jueves, 8 de octubre de 2009

Trance


Abigail Rodríguez Contreras


Pausible y muerta
Como fósil roto, iluminando sus sombra de un gajo de luz.
En nuestra mancha se vuelca el mundo mohoso. Vuela una luna invisible, aparece en centella púrpura los ojos. Ciega el sol a maría, luego aterriza en una lija su carne y su mente, horadada vuela sobre los montes calados como ella, llena de ruina y viene Dios a darle la espalda.

María es contenedora de una horda de gritos.

Viene otra escala a yagarla y en su eco prolifera esa risa reverberante, seca, y se forman mares conectados con océanos vertidos en sus cuencas marianas... más allá de las razones están las esferas que la rodean, y mar y mantra y vienen a envolverla de cal, avecinan la calma, abraza una raiz y lentamente muerta viene a marchitarse ante sus ojos.

El suelo se colapsa, su vientre cae jalando el resto de su cuerpo, su bolsa de sombras, de manos propias caracterizando otras, gravitan los silencios en sus puños cerrados, atesorandolos como rumbos oxidados en el vientre vacio y pesado mal gestado.

Cada paso es una lucha en contra del abismo, del coqueteo reiterativo de la oscuridad y sus sonidos sobre María, reina madre de tinta negra y una estrecha vaina cerrada, viene a explotar los ciclos, a purificar abnegada las cenizas de sus muertos.

1 comentario:

June dijo...

me encantó, quiero más, dame más, jajaja :) ya extrañaba tus escritos :)