domingo, 12 de diciembre de 2010

Autobiografía de la hipérbole


Abigail Rodríguez Contreras, Puebla, 1990

Yo nací obligada a mirar a los ojos a las bestias, acostumbrada a lidiar con todo aquello, que por salud mental se da la espalda.

Yo comprendo las suturas, el orígen de los malestares,  el dolor de moverse. Comprendo a las bestias, porque yo soy una de ellas. 

Inmersa en el desastre, suplico el final, pero una plaga del cielo fastidia nuestros planes, con su poder indeseable pudre cada soga atada al cuello, y todos los suicidios se frustran; las bestias ya no podemos decidir ni la hora de nuestra muerte. 

Negado todo, recluidos en el derrumbe de nuestras ambiciones, padecemos el hecho de colocarnos todos, entre tus dedos estalagtita; las caricias hacia nosotros nos obligan a devolverte mordidas como la única señal de amor que conocemos, esas heridas que ves, simbolizan la necesidad de estár contigo, ahogando súplicas, atragantándonos de dolor cada vez más dolor, cuantas veces sea posible multiplicarlo.

Yo no deseo apartarme, pero en la ecuación de la hipérbole, está descrita la grafía de nuestra separación, la ley finalista de este destino inalterable. En cuanto al lenguaje, sólo estoy exagerando. Tú ya sabes, tú yao conoces cómo somos las bestias.