miércoles, 21 de julio de 2010

Ni soy un bistec, ni puedo congelarme

Ela Rodríguez

Sí pudiese estár en estado de congelación y acumular mi sangre debajo de una sabana absorbente, sería digna de comprarme con un bistec.


Y entonces, podría planear mi vida en torno a un futuro infestado de dientes

de HOMBRES que desean comerme


pero lamentablemente nadie puede congelarme

y tristemente,                                                          

                                                         jamás seré un bistec

lunes, 19 de julio de 2010

La repetición de los nombres

Abigail Rodríguez Contreras


Las cosas no van bien porque uno jamás se atreve a definirse, porque las gotas de agua se definen sólo en cúmulo y no individualmente, y nosotros somos chorros de agua.

Hoy me defino como una perra coja que brinca en una pata para no mojarse la falda, pero eso no es cierto y cunado intento buscarme un significado, lo hago en silencio, me censuro incluso desde dentro para que ni mis músculos puedan escucharme.

Hay iniciales que se repiten una y otra vez hasta el hartazgo y después, justo antes de ser utilizadas de nuevo, uno de los inquilinos  de las mismas iniciales repetidas, se muda al inframundo para no volver a usar ese espacio, esas iniciales idénticas que deben utilizar otros cuerpos.

Mostrarse distinto al otro, es una prueba más subversión ante los moldes, ante las máquinas seriadas que nos tatúan en la carne sentencias primarias que llevarémos a cuestas toda la vida. Uno puede taparse los tatuajes con vendas, pero la carne siempre sabe la dolencia que causaron las agujas, una memoria para el dolor nos asocia con nuestro devenir, y aún así, nos atrevemos a contradecir lo que previamente construímos.

domingo, 18 de julio de 2010

El dolor y el deseo, continuos y eternos

(Ensayo para el poemario "Versos Continuos" de Elizabeth Nava y Emma Flores


Abigail Rodríguez Contreras

Los viajes son sin duda ejercicios del deseo que nos impulsan a conocer otros sitios, otras tierras. Generalmente lo hacemos acompañados, pero hay deseos tan íntimos, que sólo podemos responder a su necesidad interna, en solitario, para mermar los gritos que nos exigen viajar pronto y más adentro. Así es el viaje de la literatura y especialmente el de la poesía. Ambas son marchas que se emprenden en solitario, constantes y  tierra adentro hacia el alma; alma adentro corriendo con combustibles puros y personales, que deben nutrirse en ese camino con lo que se mira, escucha, prueba, sabe y siente.

Heidegger dice que poetizar es fundar el ser en palabras. Entonces, al hacer poesía, nos aferramos quizá inconscientemente, al deseo de vaciar nuestro ser en letras, de revitalizarnos o confesarnos en una especie de colector de nuestras sensaciones. Pero sobre todo, de encontrarnos en ese largo viaje, en esa profunda tierra que es nuestro ser, y ahí nos fundarnos, ahí reconocemos nuestra mina  y explotamos de a poco sus imágenes, sus ideas y sus sonidos; ahí es donde nace nuestra poesía.

Es curioso, no sabemos cuándo es que inician esos viajes, generalmente uno se da cuenta cuando ya está dentro, excavando para encontrar ese algo sin forma, una masa desconocida que nos pesa y no sabemos qué es, un espíritu que choca contra nuestras paredes e intenta salir, escapar de nosotros a como de lugar. Cada quien lo hace como puede, sin embargo es obvio que los poetas lo hacen escribiendo, podríamos pensar, pero no es sólo el escribir, sino es más bien transferir sus deseos a los objetos, hacia las cosas, y el yo poético trasladarlo casi a cualquier cosa, sentirse uno con eso, elevar, hundir y masticar.

Y es precisamente la habilidad de transferirnos a los objetos, lo que la literatura nos ofrece como una de sus magias, justo donde se halla el limbo entre la ficción y la realidad de pronto nos vertemos en sitios translúcidos donde la poesía se vuelve más nítida y parece ser que podemos mirarlo y comprenderlo todo y en otros momentos nos condena a una celda oscura, donde la poesía se vuelve hermética y el lenguaje funciona entonces como un guardián de las sensaciones, de las verdaderos sentimientos que en muchas ocasiones, permanecen ocultas no sólo para el yo poético, sino para el mismo autor del poema.

Porque hacer poesía es revelar el ser, es casi mostrarse puro ante los ojos de alguien que quizá uno no conoce,

La compenetración entre el poema y el ser, pareciera ser entonces importante, porque ahí se  se fundan los sentimientos, se hacen sólidos y adquieren sonoridades que la poesía ofrece, donde las letras fungen como notas, los versos como compases, las estrofas como ideas que se van matizando con los creccendos y los pianísimos, los fortes; sus ligaduras, las intensiones de enfatizar las preguntas y las respuestas, y en ese un ir y venir inefable de lo que se escucha, es que comenzamos a sentir. 

NAME Y FOFE, dicen en su poemario: versos continuos: Los poetas de cartón son un colectivo poético que hasta hace poco estaba refrigerado, pues tienen la manía  de infectar al mundo con la poesía. Y es cierto, porque su manía es la necesidad de la que hablo, por llegar a otros ojos, por mostrar los tesoros que en su viaje interno han encontrado, en esa búsqueda que por años, han llegado por azar y después por cierta convicción, por un arduo excavar y excavar, incluso debo decir en el caso de NAME, de odiar lo que sale de su ser en letras, pero de eso se nutre la poesía precisamente, porque como dice María Zambrano, la poesía se nutre hasta de su propia condena.

En la estructura del poemario: Fachada, la Función y la Fricción encontramos como ambas poetas han entrelazado sus mundos, y han vertido en esos contenedores su visión, su sentir y su padecer.

NAME, colinda más con fronteras de un dolor que se sufre desde adentro del pasto, de la naturaleza que enuncia, de la muerte y de su sangre, en una poesía más visceral que se demuestra en coraje, pero repito, también en dolor, en la apropiación de los sentimientos de lo otro, pero en sí misma:

Los recuerdos son anécdotas de desconocidos en un bar

nosotros somos las galletitas que se comen los peces

cuando ninguno logra hacer más que asomarse a la pecera

y vomitar sobre los labios una y otra vez su propio nombre,

un nosotros dividido

una humanidad que aún en el agua teñida de azul navega entre excrementos.

Ambas, padecen, pero parece ser que lo disfrutan y conforme todo parece ser más claro, vienen esas redes más complejas del lenguaje que hermetizan los versos en las partes más sinceras, quizá más puras de los sentimientos, pero apresuradas por una constante del tiempo, una avidez de espera pero también de prisa.

NAME DICE:

No mentiré, no diré que te entiendo

eres un fenómeno

un acto que introdujo la vida

en un momento en el que yo sólo quería saber la hora.

 

 

FOFE nos sumerge en una realidad urbana aparentemente más palpable, Y en ese ser y en esa búsqueda de la escritura nos dice:

Mi padre me escuchó leer,

cuando llegué a casa dijo:

eso es una mierda.

Llevo dos días sin vivir en su casa, nadie se mete con mi mierda.

Y con ello nos demuestra que la poesía, su literatura, lo que la tinta corre en el papel no son sólo letras, es una continuación de sus venas, de su sangre y de su mente, y entonces preocupa cuando FOFE dice:

Yo era como la tinta de la pluma,

un día dejé de escribir...

FOFE es puntual, hasta cierto punto corrosiva, después parece suavizarse a lo largo del poema pero sin perder su fuerza, después ataca de nuevo y dice:

Me dan ganas de matarte, pero no has de besar igual.

Unos versos continuos que nos llevan de la ficción a la realidad y de la realidad a la ficción. Este poemario es de esos que nos ofrecen también historias, fragmentos que se entrelazan en  una línea de imágenes. Y en ese entrelazado de versos que se nos presentan como un abanico abierto de dolor que punza, pero que ironiza también, es que nos encontramos los lectores. Y de muchas formas entonces, sentimos ese padecer, ese sufrimiento lento de acabarnos, de desangrarnos en un acto tan puro como lo es dar a luz, de un amor inconcluso pero también terminado.

FOFE Y NAME han gestar un ser independiente que más que bifurcarse en direcciones opuestas se une para levantarse solo y puede decir: soy un poema, no necesito que nadie tenga que explicarme. Los Versos continuos, se nos presentan solos, con una capacidad muy pura de querer infectarnos de su poesía desde el momento en que tocamos sus pastas pintadas a mano, o de recorrer sus letras impresas que parecen adquirir ciertos tonos azules, conforme su pasión se vuelve melancolía y en ocasiones también coraje por descubrir que sus sentimientos, tanto el dolor como el deseo se vuelven continuos, perpetuos.  

martes, 13 de julio de 2010

Los peces son como humanos sin nariz


Abigail Rodrìguez Contreras

Lo difìcil no es prescenciar el genocidio. La magia radica en fingir la muerte, vivir entre cadàveres para observar su padecimiento bien de cerca.

sábado, 10 de julio de 2010

Uno se mira a sí mismo desde afuera


Abigail Rodríguez Contreras

Uno olvida; se olvida uno hasta de sí mismo cuando pasa el tiempo.  Pero las palabras, son paralizadoras, contenedores de ideas, de realidades instantaneas que están condenadas a un olvido pronto. Regresar a ellas, es regresarnos  a nosotros mismos en el tiempo, devolvernos de forma inversa una ruta de pensamientos que nos conducen a lo que llamamos presente.

Las palabras nos arrojan un yo que en ocasiones olvidamos, que hemos decidido asesinar, cobra vida y nos insulta, nos escupe en la cara su agonía y su muerte, nos apesta de su putrefacta sentencia firmada con nuestro puño, nos insulta y nos ofende en el lecho íntimo de una resurrección que sólo podemos contemplar nosotros mismos, porque nos comparamos con ese ser que creíamos muerto.

Las palabras, defienden el sacrificio de un  yo muerto, inmortalizan estados que creemos tontamente derrotar, pero sólo somos humanos, las palabras no lo son, las palabras pueden ser humanas pero también animales, pueden ser suprahumanas, pueden matarnos a nosotros, pueden quemarnos y mordernos y sangrarnos. En ese inestable ir y venir, en esa lucha por negarnos, ellas tienen la función de gritar mientras nosotros nos callamos, sí, eternamente en ese cúmulo inmenso de abandono.

viernes, 9 de julio de 2010

Tonterías

Abigail R C

En ocasiones desearía que mis dedos se convirtieran en tijeras
para cortarle a más de uno de tajo la lengua y también los dedos


pero pienso también que si yo tuviese filos en los dedos
otros también los tendrían y preferirían cortarme la yugular primero


no soy tan especial como mi mente en ocasiones me dice
y en esa lista de espera del deseo
o salgo al último o no aparezco


bla bla bla

miércoles, 7 de julio de 2010

Uno también idealiza sus desgracias

Abigail Rodríguez Contreras

Aquí estaré yo para esconderme y que jamás me encuentres
la gente común aprendió a volar
pero yo he aprendido a arrastrarme

En el inestable vaho de cada súplica
busco tierra adentro una razón para asfixiarme
lenta
mente
hacia los sonidos más amargos
donde las lagunas se sequen

Aquí, más que en otros lados
me sepulto, porque aquí prefiero 
regalar mis armas para destruir los muros blancos
condenar lo delicado a una infinita suciedad de asesinato

Me vierto en la sombra de los orígenes del amanecer primero
uno más bien violento invade los cielos
y en la última voluta de mi boca
sale un grito que se ahoga en la tierra
conmigo