viernes, 3 de febrero de 2012

MaitreYa*

+vic+agg+ela bigail


último poema del 2011.

1)
• El territorio entero
se convirtió en un nido de serpientes en guerra.
• El cielo calado de espinas.
• Aquí, los perros ingiriendo el universo, muy por debajo, las serpientes agazapadas entre muñones.
• La razón de la matanza,eralainvasióndelosdioses
• Indómitas Furiosas
las serpientes se fueron tragando
los ojos
la lengua
el cuerpo horadado, la música de los órganos, el instinto potenciado y la palabra herida
como remolino de sombras
— más vale tragarlo todo, esconderlo donde nadie pueda hallarlo.
pero comenzaron a buscar dentro de nuestros órganos, todo era visible, éramos máquinas transparentes, edificios de hielo, transparentes, ofreciéndonos muy fácilmente al enemigo, a nuestros hermanos, otros hombres deseosos de encontrar la clave, en un sitio donde tampoco pudieron hallarla
• El cielo calado
el techo de la fraternidad antropofágica
• Hablar de serpientes, es hablar de uno mismo.
• Éramos, un pueblo sin piernas ni brazos, nos arrastrábamos, acariciando a la tierra con el pecho, palpitábamos juntos, decodificando el vacío, el nuevo lenguaje; el de siempre, redescubrierto.
• Resaltaba su luz a través de la catástrofe. Se colaba por los agujeros del cielo. Nos volvíamos locas, nos comíamos los ojos, nos encajábamos los dientes en mitad del cuerpo. Era hermoso, no notábamos las heridas, la autodestrucción, queríamos ver el cielo, en cénit, cantar el mismo himno de alabanza, una evocación a la luz, nos arrastrábamos muy rápido para perseguirlo mientras se asomaba por los agujeros, pero los espacios del cielo aun eran pocos, hacían falta más espinas, era fácil perderlo; siempre desaparecía.
2)
• No eran sicarios.
• La industria de la muerte y sus obreros armados, plagaban el territorio de balas, triunfos laborales, la jerarquía de la catástrofe galardonada con papeles ornamentales.
3)

• En el principio la pureza, los lienzos blancos, la pared más virgen; las hordas primigenias. Enclavados en la frontera entre el cielo y las montañas, las hordas marchaban para consagrarse, con un pendón rescatado de las sombras. Devueltos a la batalla, con los ángeles casi exterminados, el mal contra el mal, las sombras destrozando el mundo.
• Huyeron, calando al mundo con sus espinas ardientes.
• El arsenal de balas, los anzuelos con sangre; un triunfo más, otra vez la luz, la invocación de los ritos, la nueva tribu cruzando el Himalaya, con el signo en la frente, la pureza en las manchas negras, luz, otra vez luz.
• El camino errante como un papiro, la tribu habría de tatuar las historias de forma permanente con sus piernas, con milquinientas puntas, vectores y millones de adornos suturando sus historias. La danza como tinta, la voz como cimiento fuerte, la aguja protectora, el tejido como anclaje hacia la tierra.
• No purismo, no tatuajes en la frente, no memoria, los ojos secos y las miradas insurrectas erigiendo las nuevas ciudades, los muros llagados, la tierra triste, la anatomía de la disección. Es lodazal, sepultura, el barro amasado con sangre. Grandes ciudades se erigen bajo el nuevo barro, grandes industrias de la muerte educan sociedades enteras a partir de la cultura de la disección. La marcha fina, el viento helado, el purismo evitando la sombra que contagia.
4)
• Mejor el delirio, la locura, las ventanas en los muros. Espiarlo todo a través de la ventana, mirar la marcha sobre el Himalaya, las serpientes asesinas, caníbales, anclándose al mundo; destrozándose. Lo invertebrado, la punta del iceberg de esta historia, la ventana minúscula en las paredes virginales, aun a pesar de saber, que los muros permanecerán, doblemente tapiados durante siglos.