jueves, 28 de junio de 2012

Una semana menos de seis veces mes.


ELA RODRÍGUEZ




Anoche soñé que me abrazaban,
entonces lloré
pero seguía soñando

no quiero ver la mancha roja sobre la cera negra
pero debo hacerlo, no dejar que la mancha se agigante


debo volver, llorar sin sueño, agitar el mundo y hacerlo sonar después de los sonidos mortales

debo volver a soñar sin soñar que estoy llorando


-haz sido muy fuerte


pero en realidad soy un sauce raquítico, lleno de miedo, que va temblando en la raíz y hasta la punta, mis hojas caen, se desnudan en el alto cielo del silencio.


quiero

apartar


reconstruir los derrumbes


recoger la cera, reconocer la mancha roja, devolver al mundo la vela y alumbrar mis pies bajo la brisa, quisiera, volver a ser, a sonreir, a comentar el mundo desde adentro.




Mañana, hay que caminar.

miércoles, 20 de junio de 2012

Serávo

 



Me gustaría andar todo el día, todos los días con mi máscara blanca, con el cabello alborotado; que el mundo me viera en 2D. Algunos días amanecer mujer y otros días hombre, otros días niño y otros perro. No me siento identificada ni con el género femenino ni con el masculino, me gustaría ser un poco de los dos. Me gustaría que no se encasillara a la mujer y al hombre en un perfil preconcebido, sólo ser nosotros, configurar nuestro ser más allá de los organos sexuales y lo que la sociedad nos dicta, adjetivarnos como queramos, ser más allá del acta de nacimiento. Convertirnos en cosas, plantas, animales, ser masas incoloras para poder pintarlas, moldearlas; todos los días volver a ser.


ELA bigail



cuscuscuu

Estabas lejos, tallándote la piel con la piel, el detergente casi te tallaba los huesos, estabas flaca, con la última piel hecha trizas, tallándote la piel con la piel.
 A veces, pensaba en tí cuando miraba el lavadero da la casa, estaba sucio, parecía imposible que ahí se lavara algo. Rondaban pequeñas moscas por la cocina y el comedor. Me gustaba jugar al cazador, una vez soñé con matar a todas las moscas de la casa, me daban un premio, te lo regalaba. Entonces tú apartabas a los santos de la repisa en tu recámara y lo ponías ahí, como algo sagrado. Lo cierto era que ya no me gustaba matar moscas, desde que una vez aplasté a una y al parecer aceleré su parto,

Nos gustaba llenar de humo la casa. Arrancar las últimas hojas de los cuadernos, quemarlas en la estufa; verlas arder.

domingo, 17 de junio de 2012

c.t.a.

a papá.


Ya Sé

sería el tiempo de regresar de un viaje corto después de comer criaturas de un río helado. Partir la carne y darte de comer en la boca; abrazarnos todos.


Todos después, llenos de azucar, iríamos a dormir felices, algunas pastillas menos, las de siempre para que pudieras dormir y despertar con hambre al día siguiente. Te volvería a abrazar, saldríamos a pasear de nuevo,  después del psiquiatra, buscaríamos comida para ser felices, comerías de mi mano de nuevo, daría vueltas al volante cuarenta veces y miraríamos alguna película juntos hasta que te hartaras diez minutos después. Querrías dormir, dormirías.


Al dormir, soñarías elefantes ataviados con monedas de oro y el cuerpo pintado a rayas verdes. Me contarías tu sueño en la mañana y fabularías un poco, o demasiado. Sería mi culpa por leerte historia de los vedas, pero te gustaba. Más bien te gustaba que leyera aunque no escucharas todos los párrafos o todas las palabras, porque más bien nuevas palabras reconfiguraban en tí otros párrafos y otros sentidos caían a la retención de imágenes, que poco tenían que ver con la intención del texto. Lo importante de todo era, leer juntos e imaginar lo que pudieramos, para escapar un poco de la inmovilidad de las piernas, de la debilidad de los huesos tenues. Sí, escapar, escapar, furiosos a la india, con brahamanes y pintarnos la raza entre los ojos. Seríamos fuertes, como nunca.

Estoy paralizada, con el frío de los dos.


Sólo juntos comprendemos, el dolor del frío, siempre estarás, en mis huesos, abrazándome, sin mportar las fechas, desde hoy hace cinco, ya no estás y en un mes te celebraríamos de nuevo, volvería a cortar la carne y darte de comer en la boca, reeleríamos juntos más novelas y las campanas volverían a sonar una y otra vez, partiendo más pastillas en cuartos, contando todo para que mejoraras, para que pudieras escuchar las peliculas y soportarlas más de diez minutos.

Me da gusto saber, que la piel ya no te duele, las cicatrices cerraron y ya ninguna voz o niño diminuto caminando sobre la mesa te atormenta, tu hermana ya no te manipula. Te volviste una enredadera y trepaste a un árbol como nunca, mamá con el vestido rasgado ha vuelto a ser niña y te ha arrancado una hojita que se ha guardado en el zapato al trepar al árbol, están juntos, con el pecho y los tallos llenos de paz blanca, subiendo más alto a la corola que topa con el cielo.


Riego el árbol, los dos se ven hermosos desde abajo.



ELa-Rodríguez- ABIGAIL- :










miércoles, 13 de junio de 2012

ARIOMO 1.

Ela Bigail


Iván arranca sus dedos de la tierra,
redescubre el dolor al retorerse.


Espina clavada en la carne, la tibia espuma de la  boca se hace hierro.


No hablará, nueve años después del primer contacto con la tierra logrará decir no, perforará el hierro, gritará no, rotundo no, perfeccionado no. Arrancados los dedos de la tierra, la suave espuma de la boca, dirá no y el mundo, volverá a establecerse como un plato que se tambalea y no deja a Iván estár de pie.

Dirá no, el plato dejará de moverse.


No queda más, Iván camina gritando la sílaba que lo cuida en este mundo, deseando que el plato deje de moverse..

sábado, 9 de junio de 2012

amitlú zevamiltú ú ú ú

Todos los espejos son en realidad un paisaje del delirio.

Miro mis huesos nuevos y son como calendarios que me remiten al final y a los siete dìas despuès del ùltimo final. Despertaba, parecía que alguien me sacudía con violencia, por minutos no veia nada, esperaba, y más estable lograba avanzar, evitando despertar del todo.

a....----

De nuevo, necesito llenarme de piedras para no elevarme, para que mi cuerpo no se cuele bajo el costal que lo sostiene. En el carrusel me quedè sola girando por inercia, y ahora sigue la rueda cercenàndome dentro, con astillas y dientes, quitándome con los ojos los años y las caricias, y el olor y todos los sabores. Se ha perdido de a poco la voz, ha llegado el olvido y estoy desesperada por recordar, pero todo se borra, con solventes se borra para siempre. Todo esto me supera (dice) lo repito. Nos entierra, por eso fue preciso volver el mundo a las cenizas.

-a-

Hoy llegué a casa y no había ruido. Desperté horas después, gritaban en la calle. No pasó nada. Sólo necesito gritos que me despierten. Algunos gritos ya no despiertan a nadie. Perdì un sol, algunas partes de mis huesos, perdì a mis padres, perdì su voz.


.-.-.-.-.-.a.-.-.-.-.-.-.-.

Recuerdo, es ocho, el dìa que perdì los huesos, su voz, el aliento. 

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Debo adecuarme, a la unidad, a la ausencia, serà siempre, el motor, la marca vitalicia, no se borrará, no terminará, la ausencia siempre enterrándo sus herraduras en la espalda. Y más tranquilo, el cuerpo detendrá los muros, la paciencia helada, el primigenio toque del suplicio de cerrar los ojos, no habrá nudos, imágenes, sonidos que dejen de cercenar la herida, la última catástrofe.
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Sin agua, pesamos màs o menos unos cinco kilos. Entonces los cargué, en mi regazo los cargué y de pronto eran de nuevo niños, como nunca los conocí y con quienes conviví al final. Todos los días los recuerdo, todos los días quiero que estén en mi regazo, volver a besarlos, pegarme a ellos y que la distancia más remota entre nosotros sea una pestaña. 
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Todas las cenizas, han tejido un muro. Un cerco de cristal que se levanta por encima de mì, y me atraviesa, no puedo ser parte del muro, no puedo unirme, es un mural de la catástrofe, de la pérdida eterna, habrá que admirarlo unos minutos para recordarlo siempre que se va en la calle, siempre que se vuelven a cerrar los ojos, siempre la bestia helada pisoteando al rededor del silencio, para no perturbarlo, para esculpirlo como una cárcel de dientes echos trizas.

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Desviven aquí, caminan lento, como zapatos de cuerda, con las piernas lejos pero el espìritu rondàndome. Están aquí, recordando elefantes, historias perdidas, la desesperación de las últimas horas por encontrarse, irse juntos para siempre.


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ELA bigail