lunes, 20 de julio de 2009

Recorte de Personal


Abigail Rodríguez Contreras

El cigarro se pierde entre el pasto y el combustible, ahora hay fuego. Fermín se aleja dando zancadas largas tarareando una canción, prende otro cigarro, no voltea.
El incendio les ilumina la carne a los ciegos y todos van hacia el calor como imanes hacia un trozo de hierro. Chocan unos contra otros, van en círculos como un remolino que lleva al diablo. Toda la tela se traga las vibraciones de sus gritos.
Comenzarán a correr y chocar contra las paredes; contra las máquinas y sus compañeros. Algunos caerán contra los rodillos industriales, otros se arrojarán nerviosos desde los barandales, bajarán las escaleras empujándose y caerán mutando en obstáculos para los que aún están de pie. Encerrados en una galera gigante, no harán más que gritar en los próximos diez minutos.
Isela se muerde las uñas y espera en un rincón con la falda mojada, se araña las piernas, se arranca el cabello. Ha perdido a su hermana Rosaura, la tenía de la mano antes del caos. Imagina sus piernas quemadas, tragada por la furia que cruje entre las fauces del monstruo incandescente, desea quemarse lo antes posible, no hay salida, pero sus piernas están paralizadas, es un pedazo de piel y de huesos que se entumen.
Corre, incinera los tejidos de las telas, expande su poder y consume hombres y telas y construcciones, una antorcha gigantesca gestora de humo negro. Una fábrica convertida en el tragafuegos que escupe su espectáculo a los cielos.
El crujir de las paredes aumenta, las piernas de Isela son un mapa hidrográfico trazado con su sangre, se ha resignado.
Rosaura toma la mano de Fermín y fumando del mismo cigarro voltea por última vez, mira el humo negro ascendiendo con las almas de los trabajadores. Cierra los ojos y recuerda cuando soltó la mano de su hermana ciega.

1 comentario:

June dijo...

.....
Pues lo he leido, me ha gustado, jajaja...