jueves, 23 de julio de 2009

Adivinación

Abigail Rodríguez Contreras

inmolando el espíritu del creyente
cruzan el viento las monedas cargadas de esperanza
horadan las preguntas en el libro de las mutaciones
inmediato va el creyente a trazar sus hexagramas
no hay nada más que mutaciones añejas
gélidas y ambiguas opciones: callan y vuelven a callar

miércoles, 22 de julio de 2009

Un Ensayo






Abigail Rodríguez Contreras

Ensayo sobre el libro “Para ser novelista” de John Gardner


Si bien este ensayo lejos de enseñarme verdades absolutas, fórmulas o vivencias desconocidas, no hizo más que obviar y evidenciar mi situación en la literatura. A partir de la voz de un autor que expone sus opiniones sin titubear, logra exponer las inquietudes más internas del escritor, como los esquemas y tabúes que la sociedad se ha encargado de postular como leyes. La visión de la sociedad hacia los escritores, como la visión de los escritores hacia la sociedad. Las realidades innegables, como también los impulsos y las necesidades de los verdaderos escritores por luchar contra todas sus dudas y sus inseguridades que evolucionan o transmutan en otras distintas conforme pasa el tiempo y conforme evolucionan como escritores.

Gardner nos expone en un ensayo claramente vivencial, su experiencia directa con la literatura, ofreciendo así su visión particular sobre las circunstancias que atañen la vida literaria como oficio y como vida del escritor en ciernes. El lenguaje del ensayo es muy accesible, y además el tono con el que está escrito nos hermana casi al instante con el autor, por esa aparente sinceridad que imprime en sus ideas. Esto permite un anclaje inmediato que nos llevará de la mano hasta el final del ensayo.

El ensayo abre con las preguntas que supongo, todos los aspirantes a escritores nos hemos hecho a lo largo de nuestra vida (suponiendo desde mi punto de vista que el oficio de escribir, es algo que uno lleva toda la vida). Y cada una de las preguntas cae como un granizo fuerte y tupido ante nuestros ojos y nuestras cabezas. Nos sentimos rotundamente identificados con los problemas que plantea, porque las circunstancias se han repetido durante años y las mismas dudas y la incertidumbre nos acechan constante y cruelmente como un juego macabro al que sólo sobrevivimos por los impulsos irrefrenables, que Gardner también menciona en su ensayo: los de escribir.

Leer el libro de Gardner, no presupone en ello encontrar las recetas mágicas, la guía o las fórmulas para ser un buen narrador, o si quiera llegar a serlo, es más bien una visión de adentro que permite desde la particularización de sus propias experiencias, la universal batalla de los escritores con el mundo, con su sociedad, su temporalidad y sus problemas consigo mismos y sus historias.

Porque precisamente es uno de los puntos que Gardner intenta poner perfectamente claros en este ensayo, en la literatura no hay nada escrito, a pesar de existir reglas canónicas sobre la literatura, la forma de escribir es una sola, es particular y el escritor en un intenso e incesante desmenuzar de las ideas y de las formas encuentra su propia voz y su ritmo propio. Para ello debe leer y leer, releer no con las intenciones con las que lo haría un simple lector que busca entretenimiento de la lectura, sino como un juicioso escritor que pretende desentrañar las técnicas narrativas de los novelistas, y crear una especie de base de datos en su mente para poder aplicarlas en el trabajo propio. La psicología de los personajes como la conformación de estas con las atmósferas en el entretejido que hace de la novela un tejido uniforme que logra atrapar con sus redes a los lectores.

En base a la comparación y al conocimiento no sólo de la literatura sino del mundo, es que el escritor enriquece su acervo personal y puede entonces escribir no sólo sobre lo que conoce sino sobre lo que le interesa, el escritor debe ser entonces un ente comprometido con el estudio no sólo de la literatura sino del mundo. Gardner nos indica que el escritor por su naturaleza es ya observador, el escritor entonces, se interesará por descubrir y entrar en atmósferas distintas a su contexto original, para así poder detallarlas con mayor precisión y crear verosimilitud en sus textos.

Gardner en su ensayo, expone también una de las grandes preocupaciones que atañen a los escritores. ¿Debemos estudiar letras? ¿Debemos estudiar literatura creativa?. Él afirma que sí, que los escritores que entran a los cursos de literatura creativa, dejarán de sentirse “solos en el mundo”, inadaptados y podrán conocer a otros inadaptados que como ellos sienten estos impulsos por escribir. Los talleres de literatura sirven siempre y cuando el escritor sepa que no encontrará en ellos las soluciones exactas para sus problemáticas internas de narrativa, pero entrar a estos talleres servirá indudablemente para poder entrar y empaparse más en esta atmósfera literaria, tener lectores reales que podrán opinar sobre sus textos, en el mejor de los casos con imparcialidad,

Toda la argumentación del ensayo no pretende profundizar o ni siquiera meter un pie en cuestiones ontológicas o sociales severas. Más bien, intenta exponer la visión de toda una vida de literatura por el autor. Y funciona desde mi punto de vista, como una especie de testimonio al cual podemos acudir de forma divertida para señalar ciertos puntos que coinciden con nuestras experiencias personales, incluso sentirnos ofendidos o apuntados con el dedo en muchas de las situaciones que parecen, según mi caso, retratar similitudes con mi vida, describirme e incluso describir a muchos de mis profesores de literatura creativa que he tenido durante años, específicamente el último año que he decidido tomar las cosas más en serio en esto de la literatura. Porque precisamente por ese punto de vista de escritor, el libro logra conectar estas vivencias de una forma distinta a lo que haría un teórico, un psicólogo o un crítico, porque parece vivir de forma muy parecida nuestros problemas.

Recuerdo que recientemente leí el libro vacío de Josefina Vicens, y me sucedió casi lo mismo que con el ensayo de Gardner, a diferencia por su puesto que la novela por su descarga emocional me hizo apegarme más al personaje. Sin embargo saber que el ensayo viene de una forma menos ficcional, me hace sentirme apoyada o por lo menos identificada con otra persona que sufre de los mismos pesares que yo en muchas circunstancias, en latitudes muy distintas a las mías.

El libro me ha gustado la sinceridad que logra el autor expresar en sus páginas, por ese afán de decir y gritar al mundo que debemos luchar por hacer arte, por hacer verdaderas obras de arte, por jugar con el lenguaje de forma concienzuda y destacar por encima de todos los escritores y todas las palabras por nuestro estilo propio, por buscar estética y belleza en un mundo que nos somete cada vez más a procesos capitalistas en los que muchos aspirantes a escritores creen que convertirse en uno, significa competir con otros sólo por competir y convertirse en best sellers.

Me ha agradado la forma en la que el ensayo está escrita porque escondido entre el accesible lenguaje en que se desenvuelve, se hacen severas criticas a los sistemas educativos mediocres o no de la literatura, a su falta de programas que indiquen a los escritores a seguir curriculas marcadas como en otras carreras, porque la literatura se mide por otros estándares, terminar un título de literatura creativa no asegura la calidad de un escritor, la calidad de un escritor se refleja entera y únicamente en sus palabras, en sus significados y en las imágenes que proyecte al final en los lectores. Expone así la dificultad del escritor por encontrar las vías adecuadas que muchas veces pueden entorpecer su camino de forma letal.

Gardner critica también a la sociedad como al mismo escritor que podrá ofenderse al leer esto si es un charlatán que busca en la literatura un estatus o un esnobismo que posicionará su nombre por encima de todos. Porque si bien, el artista por sí mismo desea ser leído y es un ente antropocentrista por naturaleza, deberá preocuparse enteramente por su arte, y por el cuidado de sus palabras, después todo ello vendrá “solo”, y eso es también ambiguo y cuestionable, porque el escritor debe luchar por pulir su trabajo al máximo y después de ello buscar la publicación de sus textos en diversas revistas por pequeñas o grandes que sean, no desistir ante las negaciones constantes de su trabajo con los editores, porque la literatura deberá representar para él una forma no de supervivencia sino de necesidad por llegar a sus lectores y no sólo quedarse en la fase de los lectores imaginarios.

il p_forte



Abigail Rodríguez Contreras

tocar el silencio en el desfogue inagotable de las cuerdas
esta tapa abierta magnificará el hambre de los dedos
claramente reptan entre los lunares alargados de los dientes
la levedad de las hojas amarillas hospitalarias de signos
abiertas sus fauces escupirán explosiones sonoras
débiles tumbos entre volumen y tensiones
obediente seré ante la partitura: y el hambre cesa

yeügaJ

Abigail Rodríguez Contreras

jalados los cuerpos consumidos por redes carnívoras
acuamadre recibe en su vientre vacío los últimos sollozos
germinando semillas en su tierra por el nuevo cuerpoabono
unción de las madres por el hijo perdido transformado en agua
en cada sorbo las vacas beben caldo de cadáver de sus dueños
y el sucro seguirá alimentándose de niños para surtir agua al pueblo

lunes, 20 de julio de 2009

Recorte de Personal


Abigail Rodríguez Contreras

El cigarro se pierde entre el pasto y el combustible, ahora hay fuego. Fermín se aleja dando zancadas largas tarareando una canción, prende otro cigarro, no voltea.
El incendio les ilumina la carne a los ciegos y todos van hacia el calor como imanes hacia un trozo de hierro. Chocan unos contra otros, van en círculos como un remolino que lleva al diablo. Toda la tela se traga las vibraciones de sus gritos.
Comenzarán a correr y chocar contra las paredes; contra las máquinas y sus compañeros. Algunos caerán contra los rodillos industriales, otros se arrojarán nerviosos desde los barandales, bajarán las escaleras empujándose y caerán mutando en obstáculos para los que aún están de pie. Encerrados en una galera gigante, no harán más que gritar en los próximos diez minutos.
Isela se muerde las uñas y espera en un rincón con la falda mojada, se araña las piernas, se arranca el cabello. Ha perdido a su hermana Rosaura, la tenía de la mano antes del caos. Imagina sus piernas quemadas, tragada por la furia que cruje entre las fauces del monstruo incandescente, desea quemarse lo antes posible, no hay salida, pero sus piernas están paralizadas, es un pedazo de piel y de huesos que se entumen.
Corre, incinera los tejidos de las telas, expande su poder y consume hombres y telas y construcciones, una antorcha gigantesca gestora de humo negro. Una fábrica convertida en el tragafuegos que escupe su espectáculo a los cielos.
El crujir de las paredes aumenta, las piernas de Isela son un mapa hidrográfico trazado con su sangre, se ha resignado.
Rosaura toma la mano de Fermín y fumando del mismo cigarro voltea por última vez, mira el humo negro ascendiendo con las almas de los trabajadores. Cierra los ojos y recuerda cuando soltó la mano de su hermana ciega.

martes, 14 de julio de 2009