domingo, 17 de junio de 2012

c.t.a.

a papá.


Ya Sé

sería el tiempo de regresar de un viaje corto después de comer criaturas de un río helado. Partir la carne y darte de comer en la boca; abrazarnos todos.


Todos después, llenos de azucar, iríamos a dormir felices, algunas pastillas menos, las de siempre para que pudieras dormir y despertar con hambre al día siguiente. Te volvería a abrazar, saldríamos a pasear de nuevo,  después del psiquiatra, buscaríamos comida para ser felices, comerías de mi mano de nuevo, daría vueltas al volante cuarenta veces y miraríamos alguna película juntos hasta que te hartaras diez minutos después. Querrías dormir, dormirías.


Al dormir, soñarías elefantes ataviados con monedas de oro y el cuerpo pintado a rayas verdes. Me contarías tu sueño en la mañana y fabularías un poco, o demasiado. Sería mi culpa por leerte historia de los vedas, pero te gustaba. Más bien te gustaba que leyera aunque no escucharas todos los párrafos o todas las palabras, porque más bien nuevas palabras reconfiguraban en tí otros párrafos y otros sentidos caían a la retención de imágenes, que poco tenían que ver con la intención del texto. Lo importante de todo era, leer juntos e imaginar lo que pudieramos, para escapar un poco de la inmovilidad de las piernas, de la debilidad de los huesos tenues. Sí, escapar, escapar, furiosos a la india, con brahamanes y pintarnos la raza entre los ojos. Seríamos fuertes, como nunca.

Estoy paralizada, con el frío de los dos.


Sólo juntos comprendemos, el dolor del frío, siempre estarás, en mis huesos, abrazándome, sin mportar las fechas, desde hoy hace cinco, ya no estás y en un mes te celebraríamos de nuevo, volvería a cortar la carne y darte de comer en la boca, reeleríamos juntos más novelas y las campanas volverían a sonar una y otra vez, partiendo más pastillas en cuartos, contando todo para que mejoraras, para que pudieras escuchar las peliculas y soportarlas más de diez minutos.

Me da gusto saber, que la piel ya no te duele, las cicatrices cerraron y ya ninguna voz o niño diminuto caminando sobre la mesa te atormenta, tu hermana ya no te manipula. Te volviste una enredadera y trepaste a un árbol como nunca, mamá con el vestido rasgado ha vuelto a ser niña y te ha arrancado una hojita que se ha guardado en el zapato al trepar al árbol, están juntos, con el pecho y los tallos llenos de paz blanca, subiendo más alto a la corola que topa con el cielo.


Riego el árbol, los dos se ven hermosos desde abajo.



ELa-Rodríguez- ABIGAIL- :










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