Abigail Rodríguez Contreras
Uno olvida; se olvida uno hasta de sí mismo cuando pasa el tiempo. Pero las palabras, son paralizadoras, contenedores de ideas, de realidades instantaneas que están condenadas a un olvido pronto. Regresar a ellas, es regresarnos a nosotros mismos en el tiempo, devolvernos de forma inversa una ruta de pensamientos que nos conducen a lo que llamamos presente.
Las palabras nos arrojan un yo que en ocasiones olvidamos, que hemos decidido asesinar, cobra vida y nos insulta, nos escupe en la cara su agonía y su muerte, nos apesta de su putrefacta sentencia firmada con nuestro puño, nos insulta y nos ofende en el lecho íntimo de una resurrección que sólo podemos contemplar nosotros mismos, porque nos comparamos con ese ser que creíamos muerto.
Las palabras, defienden el sacrificio de un yo muerto, inmortalizan estados que creemos tontamente derrotar, pero sólo somos humanos, las palabras no lo son, las palabras pueden ser humanas pero también animales, pueden ser suprahumanas, pueden matarnos a nosotros, pueden quemarnos y mordernos y sangrarnos. En ese inestable ir y venir, en esa lucha por negarnos, ellas tienen la función de gritar mientras nosotros nos callamos, sí, eternamente en ese cúmulo inmenso de abandono.
5 comentarios:
cuando sea grande quiero ser como tú *__* me encanta esto :)
No friegues si está re mal hecho nadamás lo pongo aquí porq sé que creo q nadamás tú me lees y si otro me lee jaja es porq creo que es muy de confianza y no me dicen la verdad jaja
naa!, yo si te leo, lo juro, ya sabes, si nadie externo nos lee, pues aunque sea entre nosotros, a las dos, mui buenas letras. chau.
Pero la palabra es creación y, sobre todo, ausencia.
Uno puede escribir y dejar pasar el tiempo, y volver, pero no verse. Uno puede leer la pretención de lo que fue, la proyección de lo que quizo ser o el atisbo de lo que se estaba siendo.
La palabra de por sí es peligrosa. No imagino cuánto màs si fuera el único testimonio de nosotros... mismos.
Gracias por leerme :)
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