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viernes, 17 de diciembre de 2010

Fragmento de "perros y otras minorías"


Hoy fui a un taller de cuento y me dijeron que lo siguiente, no encajaba con el cuento, así que lo quité porque el maestro tiene razón. Pero lo pondré aquí porque me gusta y porque hoy confieso que  yo, (Abigail Rodríguez Contreras) SOY NIÑATRENZAS. Je Je Je.




Fragmento suprimido del cuento "De perros y otras minorías"


La lluvia era un cadáver mutilado, arrojado por charcos a la calle. Llegado el tiempo de la evaporación, la niña no dejaba de pensar en la sepultura inevitable del aguacero de la noche anterior. Los pasos de la perra punzaban el corazón de los sonidos lacustres, en el movimiento ondular de los charcos negros; el despertar de la calle cuatro.

Loba comprendía la razón de los ciclos que terminan, pero reinician más fuertes; más ásperos. Hay una necesaria mortandad del resto de perros de la calle, que la hace sentirse más fuerte y feroz. Escalar la montaña de muertos y en la cima; aullar para anunciarse sobreviviente, pero rota desde la garganta hasta el vientre preñado en quince ocasiones.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Autobiografía de la hipérbole


Abigail Rodríguez Contreras, Puebla, 1990

Yo nací obligada a mirar a los ojos a las bestias, acostumbrada a lidiar con todo aquello, que por salud mental se da la espalda.

Yo comprendo las suturas, el orígen de los malestares,  el dolor de moverse. Comprendo a las bestias, porque yo soy una de ellas. 

Inmersa en el desastre, suplico el final, pero una plaga del cielo fastidia nuestros planes, con su poder indeseable pudre cada soga atada al cuello, y todos los suicidios se frustran; las bestias ya no podemos decidir ni la hora de nuestra muerte. 

Negado todo, recluidos en el derrumbe de nuestras ambiciones, padecemos el hecho de colocarnos todos, entre tus dedos estalagtita; las caricias hacia nosotros nos obligan a devolverte mordidas como la única señal de amor que conocemos, esas heridas que ves, simbolizan la necesidad de estár contigo, ahogando súplicas, atragantándonos de dolor cada vez más dolor, cuantas veces sea posible multiplicarlo.

Yo no deseo apartarme, pero en la ecuación de la hipérbole, está descrita la grafía de nuestra separación, la ley finalista de este destino inalterable. En cuanto al lenguaje, sólo estoy exagerando. Tú ya sabes, tú yao conoces cómo somos las bestias.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Aplastar


Elabigail

Distancia        mental, 

                              e s p a c i o 

que erige muros firmes hacia tierras estables del deseo

(tierras inexploradas)


Desde arriba el fracaso es turbulencia


Y todo análisis propicia siempre el desasociego


Maratón interminable de perdones negados.

lunes, 25 de octubre de 2010

Minúsculo almacén


>>Hay olores que desconozco,
 como el de las buenas intenciones, por ejemplo<<
Abigail Rodríguez Contreras

Ela Bigail

Yoel almacena algunas bestias, bien dentro en la garganta. Ha aceptado que sólo por  su culpa, se ha expulsado de su carne el grito, por el mismo método que ahora intenta alejarse del resto de las fauces fijadas a otros cuerpos. Espera, aguarda, vuelve a intentar no intentar nada, y vuelta agua, se desembarca para devolverse al agua. Yoel puede disfrsarze momentaneamente, pero las máscaras siempre se diluyen, se caen, van a la deriva y es mejor siempre develarse a perderse. Yoel siempre regresa al orígen, porque nunca ha podido cortar, el hilo umbilical, la cadena, el soporte que la nutre de la matríz más poderosa; ella misma incubada en sí misma, su feto nutriendo su protocadaver, su entera desviación a la tierra, hogar de las bestias; Yoel inquilina dueña, Yoel no respeta los silencios, las pausas los tumbos y los cambios de sonido de hierba, de rojo carmesí a plateado que no existe, no importa, porque Yoel no busca, la encuentran.