>>Hay olores que desconozco,
como el de las buenas intenciones, por ejemplo<<
Abigail Rodríguez Contreras
Yoel almacena algunas bestias, bien dentro en la garganta. Ha aceptado que sólo por su culpa, se ha expulsado de su carne el grito, por el mismo método que ahora intenta alejarse del resto de las fauces fijadas a otros cuerpos. Espera, aguarda, vuelve a intentar no intentar nada, y vuelta agua, se desembarca para devolverse al agua. Yoel puede disfrsarze momentaneamente, pero las máscaras siempre se diluyen, se caen, van a la deriva y es mejor siempre develarse a perderse. Yoel siempre regresa al orígen, porque nunca ha podido cortar, el hilo umbilical, la cadena, el soporte que la nutre de la matríz más poderosa; ella misma incubada en sí misma, su feto nutriendo su protocadaver, su entera desviación a la tierra, hogar de las bestias; Yoel inquilina dueña, Yoel no respeta los silencios, las pausas los tumbos y los cambios de sonido de hierba, de rojo carmesí a plateado que no existe, no importa, porque Yoel no busca, la encuentran.
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