Estabas lejos, tallándote la piel con la piel, el detergente
casi te tallaba los huesos, estabas flaca, con la última piel hecha
trizas, tallándote la piel con la piel.
A veces, pensaba en tí cuando miraba el lavadero da la casa, estaba sucio, parecía imposible que ahí se lavara algo. Rondaban pequeñas moscas por la cocina y el comedor. Me gustaba jugar al cazador, una vez soñé con matar a todas las moscas de la casa, me daban un premio, te lo regalaba. Entonces tú apartabas a los santos de la repisa en tu recámara y lo ponías ahí, como algo sagrado. Lo cierto era que ya no me gustaba matar moscas, desde que una vez aplasté a una y al parecer aceleré su parto,
Nos gustaba llenar de humo la casa. Arrancar las últimas hojas de los cuadernos, quemarlas en la estufa; verlas arder.
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