Elabigail
Todas las veces que he sido, he dejado de existir
Uno, catorce, treinta y cuatro, doscientos cincuenta y siete
Han pasado varias noches a partir que nos perdimos
mutilando el aire
rayando de tejidos invisibles el silencio
son como redes, nos rebotan
la gravedad nos regresó al nido de las perforaciones
gusano barrenador del árbol
ha servido como mirador de la catástrofe
Tengo
la maldición de convertirme
en todos los animales que reptan por el árbol
en plaga
en las pieles suajadas por Clemente
en todo lo que habrá de asesinarse
la navaja arde; el cielo desencajado abre las fauces
De nuevo, el dolor es absurdo
la mancha fina aniquilando los ojos
No hay a quien aferrarse
no hay deseos
un columpio de viento nos mece sobre una tabla podrida
ahi vamos,
con los ojos llenos
con la boca vacía
Ahí va, el cielo desencajado para abrir el día
a otra jornada en el Rastro
escondo la navaja
pero Clemente siempre la encuentra
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