perforé fotografías y debajo de tu rostro descubrí un río contaminado
flotaron artesanales discos de petróleo, la bruma era un gigante de fauces sangrientas
otra vez, construí una fábrica y un acueducto que dio a luz a las máquinas
engranaje de carne, floreciente luz de la escalera, cada día la bruma, la pirámide inversa, el hexágono de luces y las cantinas subterráneas
más abajo de la bruma, uno debe andar de nuevo con trascabo, en espectáculo telúrico, terremoto de la rabia. Acostumbro no encender las luces cuando subo al ruido, pero esta vez, es necesario trepanar las tierras para colocarles focos de colores absurdos
yo estoy aqui, lejos
ensordecer es contundente
nacer
morir
son verbos mayores
esa mañana imaginé y mis pensamientos se traspapelaron con deseos; se me cumplieron, fue la peor mañana de mi vida, no lloré, no reí, todo crujía y yo gritaba mientras se me partían los huesos, mientras el estallido me perforaba el cuerpo, lo dividía en gajos, mutismo, caparazón de cristal, los vidrios encajados en la boca. La primera cara que vi después de volcarme me quitó los vidrios y a mí no me importaba nada, todos callaron, la complicidad y yo enterrándome, ese coche tan grande, nosotros tan frágiles, todos muertos.
ela bigail rodríguezzz
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